Reproduzco aqui el acertado articulo de opinion de Gustavo Vidal Manzanares publicado aqui. La Iglesia cada vez tiene menos (si es que la ha tenido alguna vez) autoridad moral o etica y su papel en esta sociedad es cada vez mas inutil en tanto en cuanto la gente se va dando cuenta de las mentiras y falsedades que durante siglos han contado para su proio beneficio y perpetuidad. Han jugado habilmente con el miedo y con la ignorancia de la gente pero afortunadamente eso esta llegando a su fin y es que cada uno puede pensar lo que quiera (otra cosa es que ese pensamiento refleje un minimo de razonamiento, cordura y sentido comun) pero es inadmisible que estos sicarios de cristo traten de erigirse como poseedores de la verdad absoluta y se atrevan a dictaminar una moral absurda e interesada.
Aqui y aqui dos articulos mas sobre religion catolica de este blog.
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Ratzinger... el insultante cinismo de un teólogo
El diccionario de la RAE define el cinismo como “Desvergüenza en defender o practicar acciones o doctrinas vituperables”. Opino que la actitud del teólogo octogenario Ratizger encaja al milímetro en esa definición. Así, recientemente acaba de abogar por el “laicismo tolerante”. No cabe mayor cinismo.
Mire usted, teólogo Ratzinger, el laicismo es por definición tolerante. No existe un “laicismo intolerante” como de manera sibilina, subconsciente y retorcida pretende proclamar... Aquí, el intolerante, desgraciadamente, es usted.
Y el intolerante es usted porque ha silenciado a teólogos como L. Boff, y a docenas de exegetas que se han atrevido a pensar. Me pregunto si es posible mayor intolerancia que reprimir una opinión libre.
Además, si pudieran sistematizarse los crímenes de la Iglesia católica necesitaríamos varias bibliotecas. Habría que recopilar las atrocidades de las Cruzadas, los miles de “herejes” quemados vivos por opinar diferente, la participación, apoyo e instigación a infernales guerras, el asesinato de veinte mil hugonotes ordenado por el Papa, las torturas de la “santa Inquisición” cuyos instrumentos de suplicio provocaron el horror de generaciones, las fortunas acumuladas mediante el saqueo y el genocidio, las herencias arrancadas a viudas, la connivencia con Hitler al comenzar la II Guerra mundial, el compadreo y aliento a las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia..., las bendiciones –brazo en alto– a la “santa cruzada” de Franco, cuyas víctimas aún se pudren en centenares de húmedas fosas sin nombre…
Pero no se conformaron con lo anterior, ni con las guerras de religión, quemar “libros prohibidos”, denigrar a la mujer o torpedear los avances de la ciencia. No, ahora pretenden darnos lecciones de tolerancia. ¡Increíble!
Sí, los mismos que despiden a profesores de religión por irse de copas o vivir en pareja, los mismos que se opusieron a las Leyes de libertad religiosa y al culto de otras religiones, los mismos que se manifestaron contra el divorcio o los matrimonios gays aunque nadie los obligue a casarse o divorciarse, los mismos que reniegan de la eutanasia “porque Cristo no gozó de cuidados paliativos”. Sí, los mismos que condenaron la democracia, el socialismo y las libertades. Sí, los mismos que se oponían a la Ilustración, cuna de nuestro progreso.
Por el contrario, el laicismo es por esencia tolerante. Respetamos a quienes intentan convencernos de que María fue siempre virgen, por más que la Biblia le adjudique más de siete hijos en Mateo 13: 55 y 56. Escuchamos a quien nos asegura que Mahoma ascendió al cielo y que nos reserva un paraíso de vírgenes rubias. No marginamos a quienes predican que el fin del mundo está al caer, pero que si aceptas una transfusión de sangre o engulles un pincho de morcilla serás destruido por Jehová en la batalla final de Armagedón.
También soportamos con estoicismo que un domingo suene nuestro timbre y nos despierten dos norteamericanos seráficos de camisa blanca y chapita negra, anunciándonos que en el siglo XIX un tal José Smith recibió la revelación del Altísimo grabada en planchas aunque éstas no acaban de aparecer... A todos respetamos, escuchamos y, llegado el caso, defenderíamos. Pero nunca permitiremos que esas ideas se impongan a la fuerza y pisoteen las conquistas sociales y democráticas.
Y junto a la retorcida expresión de “laicismo tolerante”, el teólogo Ratzinger ha acuñado otra locución igual de perversa: “la tiranía del relativismo” ¡No cabe un cinismo más insultante ni desvergonzado! Precisamente, el relativismo rechaza cualquier imposición dogmática, convierte al hombre en libre al evitarle la sumisión a verdades fijas e inmutables, defiende el valor del diálogo y la razón sobre el “ordeno y mando bajo pena de...”. Resulta revelador que el relativismo, posición digna, limpia y libre, sea tildada de “tiranía” por el teólogo Ratzinger.
Por todo lo expuesto, la pregunta es ineludible: teólogo Ratzinger, dado que usted odia el librepensamiento y, evidentemente, no practica la tolerancia... ¿sabe acaso lo que es la vergüenza?
Mire usted, teólogo Ratzinger, el laicismo es por definición tolerante. No existe un “laicismo intolerante” como de manera sibilina, subconsciente y retorcida pretende proclamar... Aquí, el intolerante, desgraciadamente, es usted.
Y el intolerante es usted porque ha silenciado a teólogos como L. Boff, y a docenas de exegetas que se han atrevido a pensar. Me pregunto si es posible mayor intolerancia que reprimir una opinión libre.
Además, si pudieran sistematizarse los crímenes de la Iglesia católica necesitaríamos varias bibliotecas. Habría que recopilar las atrocidades de las Cruzadas, los miles de “herejes” quemados vivos por opinar diferente, la participación, apoyo e instigación a infernales guerras, el asesinato de veinte mil hugonotes ordenado por el Papa, las torturas de la “santa Inquisición” cuyos instrumentos de suplicio provocaron el horror de generaciones, las fortunas acumuladas mediante el saqueo y el genocidio, las herencias arrancadas a viudas, la connivencia con Hitler al comenzar la II Guerra mundial, el compadreo y aliento a las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia..., las bendiciones –brazo en alto– a la “santa cruzada” de Franco, cuyas víctimas aún se pudren en centenares de húmedas fosas sin nombre…
Pero no se conformaron con lo anterior, ni con las guerras de religión, quemar “libros prohibidos”, denigrar a la mujer o torpedear los avances de la ciencia. No, ahora pretenden darnos lecciones de tolerancia. ¡Increíble!
Sí, los mismos que despiden a profesores de religión por irse de copas o vivir en pareja, los mismos que se opusieron a las Leyes de libertad religiosa y al culto de otras religiones, los mismos que se manifestaron contra el divorcio o los matrimonios gays aunque nadie los obligue a casarse o divorciarse, los mismos que reniegan de la eutanasia “porque Cristo no gozó de cuidados paliativos”. Sí, los mismos que condenaron la democracia, el socialismo y las libertades. Sí, los mismos que se oponían a la Ilustración, cuna de nuestro progreso.
Por el contrario, el laicismo es por esencia tolerante. Respetamos a quienes intentan convencernos de que María fue siempre virgen, por más que la Biblia le adjudique más de siete hijos en Mateo 13: 55 y 56. Escuchamos a quien nos asegura que Mahoma ascendió al cielo y que nos reserva un paraíso de vírgenes rubias. No marginamos a quienes predican que el fin del mundo está al caer, pero que si aceptas una transfusión de sangre o engulles un pincho de morcilla serás destruido por Jehová en la batalla final de Armagedón.
También soportamos con estoicismo que un domingo suene nuestro timbre y nos despierten dos norteamericanos seráficos de camisa blanca y chapita negra, anunciándonos que en el siglo XIX un tal José Smith recibió la revelación del Altísimo grabada en planchas aunque éstas no acaban de aparecer... A todos respetamos, escuchamos y, llegado el caso, defenderíamos. Pero nunca permitiremos que esas ideas se impongan a la fuerza y pisoteen las conquistas sociales y democráticas.
Y junto a la retorcida expresión de “laicismo tolerante”, el teólogo Ratzinger ha acuñado otra locución igual de perversa: “la tiranía del relativismo” ¡No cabe un cinismo más insultante ni desvergonzado! Precisamente, el relativismo rechaza cualquier imposición dogmática, convierte al hombre en libre al evitarle la sumisión a verdades fijas e inmutables, defiende el valor del diálogo y la razón sobre el “ordeno y mando bajo pena de...”. Resulta revelador que el relativismo, posición digna, limpia y libre, sea tildada de “tiranía” por el teólogo Ratzinger.
Por todo lo expuesto, la pregunta es ineludible: teólogo Ratzinger, dado que usted odia el librepensamiento y, evidentemente, no practica la tolerancia... ¿sabe acaso lo que es la vergüenza?
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor gvidalmanzanares@gmail.com
2 comentarios:
miraa puto pendejoo!!! si no tienes nada que hacer ponte a leer la historia de la iglesia, y n hables de lo que no sabes, el insultante e ignorante, eres tu!!!
Eso, eso...que todo el mundo se ponga a leer la historia de la iglesia (eso que ni la propia iglesia quiere que sus fieles hagan) y se daran cuenta de donde vienen y quienes son estos impresentables.
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